Charlando con una etíope. Publicado en Runner's World en abril de 2015
Después de haber compartido más
de una semana de charlas sobre atletismo, maratón, running… con una corredora
etíope profesional, Fasika Metafriya, es asombroso el desconocimiento absoluto
que todavía hay sobre cómo se vive, mejor cómo se sobrevive, en África, y de
cómo se entrena y se entiende la vida y el deporte de élite en un país tan
alejado de nuestro ritmo de vida europeo y globalizado.
Fasika es una chica de 23 años
(25 en su pasaporte para acelerar una posible salida a USA con su hermano que
reside allí), que corre media maratón en 1h13 en su debut en la distancia y que
ha sido sexta en la Great Run de Addis Abeba, lo que podría equivaler a estar
entre las 20-30 corredoras más rápidas de 10km en ruta del mundo. Quería correr
en Sevilla sobre las 2h30, hasta el km 39 iba para hacer sobre 2h33-34.
Fasika no conoce a Peter Pan ni
a Rayo McQueen, ni ha visto una película de Disney en su vida, ni conoce ningún
grupo de pop – rock de esos que llamamos del “mainstream”. En su móvil
colecciona memes en amárico (su lengua) y alguna foto de Asafa Powel, Usain
Bolt, Bekele y Mo Farah, sus ídolos atléticos. De chicas corredoras lleva la de
su amiga y compañera de fatigas durante algún tiempo, cuando más jóvenes,
Tirunesh Dibaba, de la que alaba su poderío y zancada y su cara, para ella la
más guapa de Etiopía. Ni que decir tiene que Kenenisa Bekele es Dios hecho
hombre para ella y para sus 60 compañeros de entrenamientos diarios en un
campamento que ella llama “club”, a pesar de sus “excesivamente musculosos
cuádriceps y de que fracasa en maratón”. Sobre Haile Gebrselassie habla como
alguien que ya trascendió lo deportivo, una figura de referencia en su país que
acabará convirtiéndose en presidente del gobierno, y que según ella mismo dice
“seguro que tiene por lo menos 5-6 años más de lo os creéis en Europa, como
mínimo”.
El día más feliz para los que estuvimos
trabajando en el Zurich Maratón de Sevilla 2015 no fue el 22 de febrero, día de
la carrera, fue el 6 de marzo, día que Fasika regresó a su casa. Hemos sido
testigos directos de una historia de las que marcan de por vida. La etíope iba
en tercera posición de la general femenina, tras la portuguesa Filomena Costas
(2h28:00) y su compatriota y amiga Abebech Tsegaye (2h33:49). En el km 40 se
encontró mal y abandonó, y luego sufrió un desvanecimiento. Fue trasladada al
Hospital Virgen Macarena donde fue ingresada por precaución, y allí pasó varios
días. Los cardiólogos le realizaron varias pruebas para descartar cualquier
problema en su corazón. El resultado ha sido totalmente satisfactorio y los
doctores han confirmado que Fasika está perfectamente, que no sufrió ninguna
dolencia grave (‘sólo’ un desvanecimiento por el sobre esfuerzo y
deshidratación, porque no bebió agua durante la prueba) y que podía volver a
Etiopía con todas las garantías para seguir haciendo lo que más le gusta:
correr como profesional.
Por fin, Fasika ha vuelto a casa
para retomar sus entrenamientos, aunque antes tuvimos el enorme honor de
compartir con ella entrenamientos en Sevilla, recorriendo los principales
monumentos de la ciudad. Fasika, rebautizada como “Francisca” por sus
compañeras de habitación, a las que ella llamaba ‘mamis’, ha aprendido muchas
palabras en español y nos ha enseñado también a decir algunas cosas en amárico.
En su club no hay manos occidentales, su entrenador y su mánager, al que quiere
dejar para buscarse otro, son etíopes, y es lo normal. Nada de ‘coaches’
italianos o británicos, “nosotros sabemos bien cómo entrenar, los europeos
entrenan menos que nosotros”.
En las largas tardes en el
hospital nos ayudó a entender cómo es esto del atletismo en Etiopía. A pesar de
mis 60-61 kg y 170 cm de altura, hablándole de cómo entreno, como un corredor
popular más, me dijo que estaba “gordo”. “Así no es posible correr rápido.
Estar absolutamente fino es igual o más importante que entrenar duro, si te
sobran kilos, jamás podrás avanzar rápido”. Y punto.
Estuvimos discutiendo sobre el
motivo por el cual sufrió un colapso, o síncope, en el km 40. Le insistí en la
necesidad de hidratarse… “No bebí nada durante el maratón, me dolía la espalda
y durante el calentamiento bebí un poco y me dio fatiga, así que decidí no
beber nada” La temperatura llegó a los 20º, eso es mucho calor en un maratón...
“Claro, es que 20º no es calor, calor el que hace en Etiopía… Allí yo bebo cada
día 4 litros de agua, los corredores en Addis Abeba nos obligamos a beber como
mínimo eso, ¿cuánto bebes tú?, menos de eso es malo para la salud y para el
rendimiento. Entrenando también bebemos, pero compitiendo…”.
A poco que Fasika nos fue contando
su día a día allí, nos desmontó el primer mito: Los profesionales etíopes
descansan 1 día a la semana. “Yo descanso el domingo, nos gusta ir a la
iglesia, hacer el rito del café, compartir el día con la familia. Corro unos
150 km a la semana, siempre hacemos doble sesión, todos, una dura por la mañana
casi en ayunas, donde metemos los ritmos, las series, las tiradas largas…. Y
otra menos dura por la tarde-noche. Por las noches hacemos rodajes suaves,
aunque algunas veces también hacemos algo más exigente. El día de descanso es
opcional, cada uno puede hacer lo que le dé la gana en él, si quieres ir a
correr vas, pero sólo lo hacemos cuando nos recuperamos de una lesión o si
estamos en baja forma. El descanso es necesario”. Lo del tema de la siesta es
otro mito, no es algo sólo típico español, Fasika asegura que en Etiopía o
Kenya es como una religión. Por cierto, la suya es la cristiano-ortodoxa, y sus
ritos se fusionan con el atletismo, y con el resto del día a día.
Los africanos tienen bastante
claro que eso de hacer pesas, o al menos tantas pesas, es un error: “Los
corredores europeos suelen ser más fuertes que nosotros, pero tanto músculo te
hace ser más lento. Seguramente por eso están más años que nosotros corriendo,
pero seguramente por eso nosotros también somos más rápidos. Nosotros hacemos
una sesión de gimnasio a la semana, pero muy ligera, no hace falta más”.
Lo de correr 150 km a la semana
tampoco parece tan salvaje, pero en estos grandes clubes, como lo llama Fasika,
o campos de entrenamientos para élite, tienen una competencia brutal. Suelen
tener todos el mismo mánager, y lo que para los etíopes es una tradición,
cuando el mánager o el entrenador están presentes se convierte en una auténtica
competición… El test de 20km quincenal, este es el entrenamiento favorito de
Fasika, es también la clave del éxito africano. “Normalmente sumamos 15 días de
entrenamientos muy fuertes con 15 días de entrenamientos suaves, y al final de
estos 15 días hacemos el test de 20km por el campo, con cuestas. Si lo hago
entre 1h12 y 1h14 significa que estoy fuerte, y mi entrenador lo sabe. Si paso
de 1h15 estoy mal”. Tras apretarle en el diálogo nos reconoce que una buena
actuación en el test de los 20km te abre las puertas para poder competir en
alguna media maratón o maratón en Europa. Así que, los etíopes, se juegan el
pan cada 15 días, a 2.300 metros de altitud. 60 hombres y mujeres que se
exprimen al máximo cada dos semanas con el sueño de volar a Europa para
competir.
Como decía el ex seleccionador
nacional de fútbol, Luis Aragonés, ganar,
ganar y ganar, y ganar, ganar, ganar… “Los etíopes corremos para ganar, no
entendemos la obsesión por buscar carreras buenas para hacer marcas fáciles.
Ganar en Nueva York dicen que es duro, da igual que no hagas marca personal, lo
importante es ganar allí. Si gano una media maratón en Europa eso vale más que
una buena marca en Marruecos o Etiopía. Cuando compites fuerte contra buenos
rivales es cuando llegan las buenas marcas”.
En lo que no nos ha derribado
ningún mito es en lo de las tiradas ‘largas’. Nuestras ideas preconcebidas son
una realidad… “Dos semanas antes del maratón de Sevilla corrí 38 km en poco más
de 2h15 –posiblemente algo exagerado a tenor de sus marcas–. Entrenando es como
se gana confianza, hay que entrenar muy fuerte para correr fuerte”. ¿Pero de
verdad que hace falta tanto?, ¿no es eso demasiado? Estas tiradas tan fuertes y
cerca de la competición parece poco razonables más arriba del Sahara. “¡No! Si
no sumas kilómetros a ritmos altos, no hay carrera!”.
Sus entrenamientos varían cada
semana, pero se repiten cada mes. De ahí que la gran mayoría de corredores de
élite etíopes no preparen específicamente ningún maratón en Europa,
prácticamente meten un par de semanas duras el mes previo a la carrera, poco
más. “Lo importante es no tener dolores, poder entrenar regularmente, cada
día”.
Sinceramente, pensaba que allí
vivían sin fisioterapeutas ni masajes. “Claro que nos damos masajes, unos dos a
la semana, y estiramos todos los días, y hacemos abdominales, lumbares y
flexiones”. En cambio, prácticamente no dispone de material técnico para
correr. “A veces nos traen material de adidas o Nike al club, lo repartimos
como podemos, aunque los que más salen al extranjero tienen más opciones de
recibir material nuevo que los que no. Tenemos unas zapatillas para entrenar a
diario y otras que usamos para competir y correr en asfalto. También tengo unas
de clavos de cuando era más joven para cuando vamos a las pistas a hacer series
o competir. Ni yo ni casi nadie de mi club tenemos ningún sponsor. Corremos con
lo que nos reparten o con lo que podemos comprar”.
Fasika corrió el Zurich Maratón
de Sevilla con unas Nike de un número menos del que ella tiene. Le quitó las
plantillas para que le entrase el pie… Obviamente perdió varias uñas en los 40
kilómetros que corrió. Le regalamos unas New Balance RC 1400, con las que dice
que correrá medias maratones. “Claro que yo también he corrido descalza, los
niños en Etiopía no tenemos zapatillas de running, y corremos más rápido que
con chanclas… pero pudiendo correr con zapatillas ¿quién prefiere correr
descalzo?”, nos cuenta con cara de sorpresa cuando le explicamos lo de la
tendencia barefoot. El minimalismo no va a llegar a África… al menos no por
elección propia.
Aunque físicamente existe una
diferencia notable entre kenianos y etíopes, el nivel atlético es similar. Eso
sí suele resultar mucho más fácil traer kenianos que etíopes a las carreras
europeas. “Los kenianos siempre vuelven a casa, los etíopes, no siempre, por
eso conseguir el visado es más complicado para nosotros, por eso los mánagers
son más duros y desconfiados”. Lo que tampoco es un mito es lo de la comida.
Comer, comen, pero… “La comida allí es muy mala, para los corredores está bien
porque nos dan de comer y nos la preparan, pero la calidad es muy mala, el agua
es horrible, peligrosa. Tenemos muchos problemas de estómago. Mis hermanos me
habían dicho que la comida española es famosa en todo el mundo, pero después de
probar la del hospital, si esto tan bueno es lo que le dais a los enfermos, ¡los
restaurantes de lujo tienen que ser increíbles!”.
Su sueño deportivo es ambicioso,
quiere correr media maratón en 1h07 en pocos años, eso le abriría las puertas
de las grandes pruebas en todo el mundo. “En pista es difícil sobrevivir, en
ruta lo tenemos más fácil. Yo he corrido 3.000 metros indoor en 9’07”, y el
5.000 era mi especialidad. Es menos duro entrenar para pista, pero nuestro
futuro está en el asfalto”.
Ya en Addis Abeba nos confirma
que el año que viene quiere volver a competir el Zurich Maratón de Sevilla,
para ganar. Fasika está de vuelta en Etiopía y agradece de todo corazón, con
sus 40 pulsaciones en reposo, la atención que Marta, Manuela, Rosa, Dani,
Andrea, Rafael, Aurora, Manolo y Víctor, entre otros muchos, y todo el
formidable equipo sanitario del Virgen Macarena, le han prestado. Hablando de
la Macarena, ha visto algunos vídeos de la Semana Santa hispalense y dice que
es algo que quiere ver en directo.
Su simpatía nos ha dejado a todos
absolutamente fascinados. Desde ya hay una etíope corriendo por Addis Abeba que
se ha enamorado de Sevilla y que promete volver para ganar y dedicarle el
triunfo a todos los voluntarios de la prueba. Su corazón, al menos en parte, se
ha quedado para siempre a orillas del Guadalquivir. Y el nuestro está también
con ella ya a 180 pulsaciones y 2.300 metros de altitud, a 3’ y poco el
kilómetro, en Etiopía.
Fasika, bet‘am amesegënallô
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