21 mar 2017

Correr con el dorsal de otro



– Hola, es usted ¿XXXX XXXX?
– Sí, ¿qué ocurre?
– Su número está asociado como teléfono para llamar en caso de emergencia de un participante del Maratón de Sevilla. Le llamamos desde el CECOP para informarle que XXXX XXXXX con el dorsal X.XXX ha tenido que ser atendido por los servicios sanitarios una vez terminada la prueba, está siendo trasladado a un centro hospitalario y está estabilizado, aunque nos indican que se trata de un posible problema cardíaco. ¿Le conoce?
– Sí, claro, es mi marido, ¡qué le ha pasado!
– …

Por muchas ediciones que acumules trabajando en un evento así, siempre hay algo que te sorprende, cada año. Fui testigo de esta conversación telefónica en 2014, durante la celebración del maratón sevillano, en el CECOP montado para la ocasión en la planta alta del propio estadio de La Cartuja. Desde hace un par de ediciones el CECOP creo que se organiza desde la Ranilla, pero los primeros años tuve la suerte de compartir espacio con ellos en el estadio porque era el sitio más cercano a la línea de meta desde donde podía conectarme a internet de alta velocidad para mandar la crónica a los medios, subir vídeos y fotos a las redes sociales…

Lo del CECOP es un espectáculo. Trabajan de forma increíble, es impresionante. Es el centro de coordinación operativa de Sevilla, de todas las fuerzas de seguridad, y coordina y controla todas las emergencias (seguridad, sanitarias, movilidad…) en grandes eventos como el maratón, la Semana Santa, la Feria… 

Rondando ya las 5 horas de competición y con casi todo controlado, y servidor terminando la crónica para enviar a los medios de comunicación, saltaron las alarmas por dos posibles infartos en la zona de post meta. Una que prácticamente se quedaba en un susto, y otra que tenía peor pinta. Un maratoniano, que ya estaba sentado en la grada viendo entrar a los demás y tras haber pasado hasta por el guardarropas, se desvanecía inconsciente. Rápidamente fue atendido. Estaba solo.

Desde el CECOP coordinan la evacuación y siguen el protocolo de avisar al teléfono de emergencias asociado al dorsal del corredor. Al otro lado de la línea había una señora, esposa del maratoniano. Se produce la conversación del principio de este post.

La señora cuelga el teléfono muy nerviosa, entre lágrimas. Seguramente no olvidará ese día jamás. Su marido, que se suponía que estaba corriendo el maratón, tampoco.

El marido de esta señora no corrió el maratón, no estaba ni en Sevilla capital. Había ido a la sierra con unos amigos a hacer una ruta de mountain bike. Se había lesionado hacía un mes en una de las tiradas largas preparatorias y decidió vender su dorsal a un corredor portugués que se había quedado sin plaza (ese año se agotaron con bastante antelación). La mujer le llamó al móvil para intentar hablar con él y enterarse de a qué hospital iba a ser trasladado, con la esperanza de poder escuchar su voz… ¡vaya sorpresa! Estaba tomándose una cerveza en Guillena, tras la ruta… Fresco como una lechuga, sano y a salvo.

El tal Joao, el maratoniano portugués, estaba en la grada esperando a sus compañeros de club, para irse todos juntos al coche de vuelta. Todo se quedó en un susto para él, se recuperó y le dieron el alta ese mismo día, pero sus compañeros no se enteraron de lo sucedido hasta algunas horas más tarde.

Lo de aquel domingo seguramente sea ya una anécdota que esta familia contará en sus reuniones en Navidad, pero el mal rato que pasó esa señora hasta que localizó al marido o los interminables minutos de los corredores portugueses intentando saber dónde estaba Joao, debieron ser terribles.

Por cierto, la seguridad social pasó la factura a Joao: traslado, atención médica… ya que no estaba cubierto por el seguro de la prueba. 

Lo de correr con el dorsal de otro, en caso de emergencia grave, puede ser un drama.

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