– Hola,
es usted ¿XXXX XXXX?
– Sí,
¿qué ocurre?
– Su
número está asociado como teléfono para llamar en caso de emergencia de un
participante del Maratón de Sevilla. Le llamamos desde el CECOP para informarle
que XXXX XXXXX con el dorsal X.XXX ha tenido que ser atendido por los servicios
sanitarios una vez terminada la prueba, está siendo trasladado a un centro
hospitalario y está estabilizado, aunque nos indican que se trata de un posible
problema cardíaco. ¿Le conoce?
– Sí,
claro, es mi marido, ¡qué le ha pasado!
– …
Por muchas ediciones que acumules
trabajando en un evento así, siempre hay algo que te sorprende, cada año. Fui
testigo de esta conversación telefónica en 2014, durante la celebración del
maratón sevillano, en el CECOP montado para la ocasión en la planta alta del
propio estadio de La Cartuja. Desde hace un par de ediciones el CECOP creo que
se organiza desde la Ranilla, pero los primeros años tuve la suerte de compartir espacio con
ellos en el estadio porque era el sitio más cercano a la línea de meta desde
donde podía conectarme a internet de alta velocidad para mandar la crónica a
los medios, subir vídeos y fotos a las redes sociales…
Lo del CECOP es un espectáculo.
Trabajan de forma increíble, es impresionante. Es el centro de coordinación
operativa de Sevilla, de todas las fuerzas de seguridad, y coordina y controla
todas las emergencias (seguridad, sanitarias, movilidad…) en grandes eventos
como el maratón, la Semana Santa, la Feria…
Rondando ya las 5 horas de
competición y con casi todo controlado, y servidor terminando la crónica para
enviar a los medios de comunicación, saltaron las alarmas por dos posibles
infartos en la zona de post meta. Una que prácticamente se quedaba en un susto,
y otra que tenía peor pinta. Un maratoniano, que ya estaba sentado en la grada
viendo entrar a los demás y tras haber pasado hasta por el guardarropas, se
desvanecía inconsciente. Rápidamente fue atendido. Estaba solo.
Desde el CECOP coordinan la
evacuación y siguen el protocolo de avisar al teléfono de emergencias asociado
al dorsal del corredor. Al otro lado de la línea había una señora, esposa del
maratoniano. Se produce la conversación del principio de este post.
La señora cuelga el teléfono muy
nerviosa, entre lágrimas. Seguramente no olvidará ese día jamás. Su marido, que
se suponía que estaba corriendo el maratón, tampoco.
El marido de esta señora no corrió
el maratón, no estaba ni en Sevilla capital. Había ido a la sierra con unos
amigos a hacer una ruta de mountain bike. Se había lesionado hacía un mes en
una de las tiradas largas preparatorias y decidió vender su dorsal a un
corredor portugués que se había quedado sin plaza (ese año se agotaron con
bastante antelación). La mujer le llamó al móvil para intentar hablar con él y enterarse
de a qué hospital iba a ser trasladado, con la esperanza de poder escuchar su voz… ¡vaya sorpresa! Estaba tomándose una
cerveza en Guillena, tras la ruta… Fresco como una lechuga, sano y a salvo.
El tal Joao, el maratoniano
portugués, estaba en la grada esperando a sus compañeros de club, para irse
todos juntos al coche de vuelta. Todo se quedó en un susto para él, se recuperó
y le dieron el alta ese mismo día, pero sus compañeros no se enteraron de lo
sucedido hasta algunas horas más tarde.
Lo de aquel domingo seguramente
sea ya una anécdota que esta familia contará en sus reuniones en Navidad, pero
el mal rato que pasó esa señora hasta que localizó al marido o los
interminables minutos de los corredores portugueses intentando saber dónde
estaba Joao, debieron ser terribles.
Por cierto, la seguridad social
pasó la factura a Joao: traslado, atención médica… ya que no estaba cubierto
por el seguro de la prueba.
Lo de correr con el dorsal de otro, en caso de emergencia grave, puede ser un drama.
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