Soy un animal de costumbres.
Llevo diez sesiones de natación ya en la nueva piscina y hasta hoy
no he reparado que desde el primer día que llegué, siempre he usado la misma
taquilla del mismo vestuario, me he duchado exactamente en la misma ducha, y he llevado prácticamente el mismo material todos estos días. Incluso nado todas las
veces en la misma calle. Esto es horrible.
A pesar de la anarquía de los horarios, en cierto modo
mantengo una serie de rituales antes, durante y después de hacer deporte.
Intento que lo que me ha ido bien, no se cambie.
Soy un animal de costumbres, no sé muy bien el motivo,
supongo que es porque mentalmente lo hace todo más fácil y no necesitas tomar
decisiones o variar rutinas.
Pensándolo bien, casi siempre hago el mismo recorrido en
bici, y suelo repetir la misma ruta a pie. Tomo los mismos geles, intento
repetir las carreras que me gustan año tras año…
En fin, igual la “rutina” se ha instalado en esta ‘relación’
entre el deporte y yo, y debo tomarme esto de otro modo, porque en la variedad
de entrenamientos, de sensaciones, hay más diversión que en hacer lo mismo
semana tras semana.
No sé si hay que “cambiarlo todo para que todo siga igual”,
pero añadir más dosis de alegría y cambio seguro que vienen bien. Y como todo, mucho mejor en compañía. Solo es más aburrido.
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